La hoguera de las vanidades

La hoguera de las vanidades

martes, 13 de diciembre de 2016

...y Cebrián salió al exterior


No milito en ningún bando en lo que Juan Luis Cebrián se refiere. Ni le considero un faro para guiar al periodismo occidental ni le creo responsable de los males que asolan a España. Tiendo a pensar que fue un buen director de El País, aunque para cuando yo me sumé como lector, aunque fuera muy precoz, él hacía ya varios años que estaba en funciones directivas. Soy un consumidor bastante desprejuiciado de los productos de PRISA. Estoy suscrito, vía Kiosko y Más, a El País, periódico que leo a diario -como ABC y El Mundo- desde mi más tierna infancia. Muchas horas de Cadena SER integran mi trayectoria de radioyente. El primer Canal+ fue un producto de primerísima calidad. Y el catálogo de Alfaguara ha deparado algunas de las mejores novelas de las últimas décadas. 

Lo malo lo sabemos todos. Endogamia, arrogancia, cierto sectarismo a la hora de dictar qué es de recibo y qué no en la sociedad española en general y en la cultural en particular. Entre finales de los 80 y mediados de los 2000, PRISA ejercía una influencia que sólo ahora, con la perspectiva del tiempo, podemos apreciar en su justa medida. 

La necesidad de promocionar sus recién publicadas memorias ha puesto a su consejero delegado en una curiosa situación. De repente, Cebrián se ha puesto a conceder varias entrevistas en poco tiempo a distintos periodistas... que no eran a la vez sus empleados. Esta salida al exterior del periodista/gestor ha tenido resultados dispares. El domingo, Jordi Évole le dedicó un Salvados entero. No sé en qué planeta vive el primer director de El País si de verdad pensaba que los asuntos que le han hecho protagonizar polémicas en los últimos tiempos iban a quedar al margen. El hundimiento de PRISA tras la muerte de Jesús de Polanco, su conexión con los llamados "papeles de Panamá" o los últimos posicionamientos editoriales del grupo eran asuntos de objetivo interés. Y más, perdón por repetir la idea, en un personaje que apenas ha concedido entrevistas más allá de las murallas de su propio grupo mediático. 

Campo abierto para hacer preguntas incómodas a uno de los hombres más influyentes de la España democrática. Évole entró en tromba. Su poco sutil búsqueda por el enfrentamiento decantó mucho la balanza a favor de Cebrián. Estuvo altivo, sí, pero esa altivez casi parecía la respuesta correcta al tono de su interrogador. 

A las horas, todo cambió como de la noche al día. (Je, je, je). La tourné de Juan Luis Cebrián por Atresmedia hacía parada en Más de uno, segmento Carlos Alsina. El conductor planteó las cuestiones anteriormente descritas. Pero, sea porque el entrevistado no reaccionó bien al visionado del espacio de Salvados previamente grabado o porque, simplemente, se le acabó su paciencia, el directivo de PRISA estuvo profundamente desafortunado en sus respuestas. En fondo y forma. Todo fue adquiriendo un tono incómodo que desembocó en una penosa referencia al onanismo y una especie de confesión: sólo por la insistencia de su editorial se sometía a la "tortura" de ser entrevistado por periodistas no empleados. Quiénes cotilleamos el asunto desde la plataforma Atresplayer pudimos ver cómo Cebrián abandonaba el estudio sin despedirse de John Müller y que Alsina recibía un teléfono móvil con el que iniciaba, entre sonrisas, una conversación muy poco después de que el directivo saliera por la puerta. 

En ambas charlas ha dicho Cebrián que ve cercano el fin de sus responsabilidades ejecutivas en PRISA. Quién sabe si lo que ha hecho es acelerar ese final. Vaya imagen. Inconvenientes, suponemos, de vivir en una burbuja. Como dijimos antes, en ese "grupo multimedia" (como socarronamente solía llamarlo Javier Pradera) ha sobrado endogamia. Se han cerrado en banda al exterior. Y eso puede provocar que dejes no ya de comprenderlo, sino de simplemente saber qué es lo que, más o menos, le puede esperar a uno fuera. El entrevistado debía haber previsto las preguntas y contestarlas con educación. O justificar la ausencia de respuesta siempre con buenas maneras. Los aspavientos hacia la mera formulación de las cuestiones no son coherentes con una visión ponderada de nuestra realidad. 

En el momento álgido de su injustificada irritación con Alsina, Juan Luis Cebrian dijo que 

"Sólo hay algo parecido al deterioro de la clase política española y es el de los medios de comunicación"

Lo celebro. Porque lo comparto. No he escuchado a nadie preguntarle estos días con cuanta frecuencia consulta lo que se publica en El Huffington Post, cuyo 50% de acciones posee PRISA. Yo me muero de curiosidad. A lo mejor a la próxima. Si es que la hay, claro.